
"El dia que tome la decision de ir en busca de mi hija fue muy dificil para mi, miles de recuerdos vinieron a mi mente. Recorde cuando tuve a mi Rafi, como yo la llamaba carinosamente de pequena. Fue una noche de tormenta cuya fecha no quiero desvelar. Estaba en casa viendo el telediario, en aquel entonces no estaba los NNI, le habia servido a mi ex nene la tortilla y se me estaba quejando 'nena que sosa esta la tortilla, ay siempre dejas todo mas soso' me reclamaba el muy... yo como solia hacer ni le conteste puse una cara de angustia ya que senti la primera contraccion. Mi ex me miro y ni caso me hizo, luego me dijo que no se habia dado porque siempre tenia esa cara de angustia y yo llegue a interiorizar eso hasta tal punto que me crei que realmente era una amargada... Volviendo al tema, tras dolores realmente angustiosos mi marido con la pachorra que lo caracteriza llamo a un taxi y de ahi yo sola al hospital. Si como lo oyen sola, absolutamente sola como siempre he estado mas sola que la una. La excusa eran mis otros dos hijos, no habia con quien dejarlos, asi que se tenian que quedar con papa y yo me tuve que apanar sola? Realmente tuve que agradecer a aquel taxista tan buen hombre, tan mmmm. Si lo debo reconocer desde que baje abajo y aun con los dolores del parto, aquel taxista me gusto. Era un chico mas o menos de mi edad, alto, fuerte de ojos oscuros y piel broneada con una cicatriz en forma de cruz en la frente, que para mi lo hacia mas irresistible. Cierro los ojos y aun hoy lo puedo ver, entre otras cosas porque esa no seria la ultima vez que lo viera claro... Al caso que si lo describo tan detalladamente es porque me gusto, me gusto mucho. Me subi al taxi y le ordene que me llevara al hospital porque estaba a punto de parir. Su acento de granada me conquisto aun mas, me moria por preguntarle su nombre, pero, obvio, yo solo podia gemir del dolor y al mismo tiempo del placer. Durante el camino el taxista se puso muy nervioso, me dijo que es que el no tenia hijos y jamas habia atendido a una mujer a punto de parir, eso me emociono, al menos yo fui en algo su primera vez, y la primera nunca se olvida... Llegamos al hospital mas pronto de lo que hubiera deseado. Muy amablemente el hombre se ofrecio a acompanarme y he de confesar que yo si podia entrar sola pero me hice la que no para que me tocase, cuando senti sus manos en mis brazos senti que me mojaba y no precisamente por las aguas del parto. Me tumbaron en la camilla y desde alli vi la cara de el deseandome suerte, caundo de pronto senti un fuerte dolor y cerre los ojos. Al abrirlos nuevamente, lo busque con la mirada pero no estaba, de pronto oi un fuerte chillido o mas bien el llanto de un bebe. Me asuste. Ese llanto mugriento habia estropeado aquel momento tan especial. Una cara familiar se me acerco sonriendo, era mi marido quien me preguntaba si no iba a darle el pecho a nuestra hija que estaba llorando. Me la puso en los brazos y la mire de arriba abajo, heche una lagrima, senti una especie de alegria y tristeza... Por una parte la vi tan tierna, tan indefensa. Era precisamente esa fragilidad la que me daba la facilidad de acercarme a la ventana de la habitacion y lanzarla al vacio. Pero no lo hice. La tenia en mis brazos y me transmitia un calor indescriptible, me miraba y lloraba y yo no entendia el porque, hasta que se hizo mayor y me di cuenta que es que no uniamos mas que por el hecho de ser madre e hija: por razones de sangre. Sin embargo, la quise tanto, la mime. Solo tres dias despues de haber nacido era mi juguete, lo mas preciado que tenia, por lo que hubiera dado la vida. Vienti y pico anos mas tarde me encontraba con una mezcla de sentimientos pero con la seguridad de que tenia que hacerle llegar una carta que le habia llegado del instituto: todo una excusa, ya que en realidad la queria ver, necesitaba verla. Simbolicamente la habia enterrado, pero siempre estuvo en mi corazon de madre y me llamaba a voces. Sabia que la carte no era solo una excusa para verla sino tambien una oportunidad, la ultima oportunidad y esperanza que tenia de reconciliarme o perderla para siempre y al mismo tiempo curiosidad por conocer su mundo. Asi que aunque no tenia el dinero suficiente para ese largo viaje pedi un prestamo, vendi las preciadas joyas de mi madre y en una semana tenia mis billetes a Australia. Los mire durante horas a la luz del sol y a la luz de la luna hasta que llego el ansiado dia. Solo sabia que tenia que ir al aeropuerto con esos papeles y mi equipaje no tenia mucha mas idea... Y es que mencion aparte cabe mi aventura en el aeropuerto, y aun mas mencion aparte cabe mi largo viaje, el descubrimiento del mundo: el mundo de mi hija y el mio propio, y valga la redundancia..."
CONTINUARA
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